Más allá del conocimiento de un lenguaje específico, la habilidad más valiosa para un programador es la capacidad de pensar de manera algorítmica y lógica. Este pensamiento incluye:
- Descomposición de problemas: Dividir un problema complejo en partes más manejables y solucionables.
- Reconocimiento de patrones: Identificar y utilizar patrones comunes en problemas diferentes para encontrar soluciones eficaces.
- Abstracción: Simplificar los detalles de implementación para centrarse en los aspectos esenciales de un problema.
¿Cuáles son los primeros pasos?
Sabiendo todo lo anterior, en esta etapa los programadores se centran en:
- Definir los datos de entrada y salida.
- Establecer las condiciones y cómo manejarlas.
- Determinar el flujo de trabajo desde el inicio hasta el final.
Este enfoque inicial resulta crucial porque permite a los programadores visualizar la “Ruta Feliz”, es decir, el camino en el que todo funciona perfectamente.